sábado, 5 de marzo de 2011

RECOMPENSAS POR EL TRABAJO REALIZADO

El dar largas a las cosas es uno de los hábitos más fuertes y más enraizados para muchas personas. Para cambiar esto tendrás que encontrar recompensas o premios positivos para reforzar un nuevo tipo de conducta regida por la puntualidad, perseverancia y seriedad.



¿Qué tipo de estímulos y recompensas pueden utilizarse para ayudarle a desarrollar las cualidades positivas ?


Las recompensas dependen de lo que más te guste a ti en particular. Tal vez comer una naranja, dar un buen paseo, telefonear a un amigo (ponga un cronómetro y un avisador), pueden ser el tipo de recompensa al que podrías recurrir para reforzar una conducta que no dé lugar a dilaciones de ningún tipo.
Sin embargo, es muy posible que desees confeccionar tu propia lista de recompensas. Piensa en las cosas que te producen las mayores satisfacciones y anótalas en una hoja de papel.


Sería provechoso eliminar cosas tales como «Dejar de estudiar» o «Tomarme unas vacaciones de nueve meses». El objeto de este ejercicio es identificar una gama de reforzadores que pueden ser utilizados a corto plazo, varias veces en una noche, por el trabajo realizado.


¿Cómo puedes hacer que funcione el sistema? En todas las fases importantes del proceso de repaso, recompénsate por los progresos positivos. Por ejemplo, si el hacer algún tipo de ejercicio físico te permite sentarte a estudiar con una actitud positiva para hacer bien su trabajo, prueba a frotarte las manos vigorosamente durante unos segundos. El gesto de frotarte las manos puede ser agradable y también se puede asociar con la idea de productividad.

El principio más importante para hacer que funcione provechosamente para ti el sistema de recompensas personales que establezcas es contar con un conjunto real de recompensas asequibles y utilizarlas al completar cada paso adelante. Pon cuidado en no permitir que la recompensa cobre preeminencia sobre el objetivo de la tarea: ponerte a repasar y alcanzar la meta que te fijaste.

Problemas prácticos a cuenta de las dilaciones

Habiendo tratado los cinco pasos para evitar los peligros de las dilaciones, es necesario ser realista y plantearte la pregunta:

«¿Qué ocurrirá si la estrategia no funciona?


Si has puesto en práctica los pasos del uno al cinco en varias ocasiones y todavía no has sido capaz de centrarte en la preparación de tus exámenes, te deberías hacer las siguientes preguntas:


— ¿Tengo tanto miedo a los exámenes que cualquier contacto con los apuntes o los libros parece que me impide ponerme a trabajar?

— ¿Soy un perfeccionista que tengo que llegar al nivel del cien por cien en todas las ocasiones?
— ¿Interfieren frecuentemente en mi trabajo las críticas de personas cercanas a mí (familia, amigos)?


La primera de estas cuestiones, miedo a los exámenes, se tratará con detalle más adelante. Las otras dos se salen del alcance de esta guía.
Sin embargo, deberías consultar con un consejero especializado profesionalmente para analizar cualquier problema residual que te esté apartando de hacer los progresos necesarios en tu preparación para los exámenes. Los problemas no desaparecerán sencillamente porque no les hagas caso. Reconócelos y busca ayuda para resolverlos.

En resumen, superar esa propensión a dar largas a las cosas puede ser una gran tarea, pero como a la hora de mover una montaña, puede hacerse con paciencia y con ayuda de las recompensas apropiadas. El programa de cinco pasos que se ha descrito con anterioridad te ayudará a superarla y si lo practicas con frecuencia, el proceso de repaso no debería parecerte un objetivo insalvable ni un solo día más.


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